miércoles, 18 de febrero de 2015

Tutankamón

Tutankamón







Faraón egipcio de la XVIII dinastía (?, h. 1372 - Tebas ?, 1354 a. C.). Tutankamón era yerno del faraón Akenatón, que murió sin dejar hijos varones; por ello le sucedieron sus yernos, Semenkera y Tutankamón; este último, hermano del anterior, accedió al Trono hacia el 1360 a. C. De hecho, hasta la muerte de su suegro, Tutankamón llevó el nombre de Tutankatón, en honor del dios solar Atón cuyo culto había impulsado Akenatón con carácter casi monoteísta.
Resultado de imagen de tutankamon sarcofago




Tres años después de acceder al Trono, el nuevo faraón restableció el culto tradicional y, consiguientemente, el poderío de los sacerdotes de Amón, seriamente debilitado en el reinado anterior; al mismo tiempo, devolvió la capitalidad a Tebas, abandonando la capital creada por Akenatón en Amarna; y para simbolizar estos cambios, sustituyó su propio nombre por el de Tutankamón (que significa «la viva imagen de Amón).


El reinado de Tutankamón no tuvo otro significado que este restablecimiento del orden tradicional del Egipto faraónico, bajo la influencia de los sacerdotes y generales conservadores. Tutankamón murió cuando sólo contaba 18 años y llevaba seis de reinado, probablemente en un motín palaciego.


Tutankamón debe su fama a que su tumba fue la única sepultura del Valle de los Reyes que llegó sin saquear hasta la edad contemporánea; su descubrimiento por Howard Carter en 1922 constituyó un acontecimiento arqueológico mundial, mostrando el esplendor y la riqueza de las tumbas reales y sacando a la luz valiosas informaciones sobre la época



lunes, 16 de febrero de 2015

VERDADERA O FALSA Santa María do Cebreiro



Santa María do Cebreiro

VERDADERA O FALSA
El milagro de las Vírgenes cambiadas



 El Milagro Eucarístico.
Una tradición muy fuerte, corroborada por diversas fuentes históricas y arqueológicas sostienen que sobre el altar de la capilla lateral de la iglesia estaba celebrando la eucaristía un sacerdote benedictino (¿s. XIV?). Pensaba que aquel crudo día de invierno, en que la nieve se amontonaba y el viento era insoportable, nadie vendría a la misa. Pero se equivoca. Un paisano de Barxamaior, llamado Juan Santín, asciende al Cebreiro para participar en la Santa Misa. El monje celebrante, de poca fe, menosprecia el sacrificio del campesino. Pero en el momento de la Consagración el sacerdote percibe cómo la Hostia se convierte en carne sensible a la vista, y el cáliz en sangre, que hierve y tiñe los corporales. Los corporales con la sangre quedaron en el cáliz y la Hostia en la patena.
Jesús quiso afianzar no solo la fe de aquel monje sino de todos los hombres. Noticia del milagro se propagó por todas partes propiciando así una gran devoción a Cristo en la Eucaristía.
Milagro EucarísticoA pesar del tiempo, guerras e incendios, el milagro llega a nuestro siglo tan carente de fe, como signo poderoso de la verdad: Cristo está vivo, resucitado, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en la Eucaristía.
 
 
 
Es una de las imágenes más conocidas del Camino Francés, aparece citada en la mayor parte de las guías que se editan por el mundo adelante y no hay muchos peregrinos que no entren a buscarla en la iglesia prerrománica de Santa María A Real (siglo IX) cuando llegan a O Cebreiro. Su fama, durante un tiempo, obligó incluso a aferrarla a la pared con cadena y candado por los sucesivos intentos de robo. Pero ahora no se sabe si es la auténtica, si se trata de “una pésima restauración o de una mala copia”. La Virxe do Milagre, datada oficialmente en el siglo XII, lleva tiempo puesta en duda por sus propios parroquianos y desde enero se suma a ellos el Grupo de Acción Cultural Patrimonio dos Ancares, un colectivo patroneado por Xabier Moure que elabora el catálogo de los tesoros artísticos que se guardan en 250 capillas e iglesias de la zona. El grupo ha pedido por escrito al Obispado de Lugo que “se hagan los estudios precisos para saber, de una vez por todas, qué parte tiene de original y de lamentable restauración o si ya no tiene nada de románica”.


“Sobre la autenticidad de la imagen siempre hubo dudas”, recuerda Moure, al que varias personas han cedido fotos antiguas, anteriores a una última y polémica restauración de 1971, que se atribuye al escultor compostelano Alfonso Sanmartín. Aunque la imagen que se venera ahora parece a simple vista mucho más propia del siglo XII que las que se ven en los retratos del pasado, “llama poderosamente la atención la brutal transformación a la que fue sometida”. En concreto, ni la cara ni las manos tienen nada que ver con las que aparecen en una fotografía de 1954 que se conserva en el Arquivo Histórico de Lugo y en una estampa de devoción de principios de los años sesenta. “No se parecen en nada”, protesta Moure, “la gente con la que hablamos, que siempre vivió en la parroquia, está convencida de que la imagen no es la original”.
 
Imagen actual de Santa María A Real do Cebreiro. / PEDRO AGRELO
Se sabe, por documentos antiguos, incluso del propio Obispado de Lugo, que la talla fue recortada de su base y su madera vaciada para hacerla más ligera y poderla sacar en procesión, vestida, como marcaba la moda, con trajes de tela que se rellenaban con paja para darle volumen al tronco. También consta por escrito que la cabeza y las manos no son las auténticas. Pero, según Moure, “unas mujeres encargadas de vestirla” cuando llevaba ropa, le “juraron” que el cuerpo actual, vaciado o no, tampoco tiene “nada que ver” con el de antes. “Eran otros tiempos, los curas tenían mucho poder”, comentan los vecinos acerca de un hecho que tienen más que asumido.
Lo único en lo que parecen coincidir todas las imágenes, las inmortalizadas antes de 1971 y la actual, es en que están cabizbajas. La talla de la Virgen con el niño cuya advocación da nombre al templo que la custodia es, entre otras cosas, célebre por su leyenda, que cuenta que cuando era nueva inclinó la cabeza (y así se quedó) para presenciar un supuesto milagro (la conversión del vino en sangre) acaecido a sus pies. Entonces presidía el altar mayor (todavía se ve en la foto de 1954), también desaparecido como otras piezas, incluidas reliquias, de la iglesia de O Cebreiro.


 
 
Imagen de la Virgen de O Cebreiro en una foto de José Luis Vega del año 1954 que se conserva en el Arquivo Histórico Provincial de Lugo. / FONDO VEGA
El Grupo Patrimonio dos Ancares también ha preguntado al Obispado dónde se encuentra el Cristo gótico (siglo XIV) que presidía el presbiterio. Y un responsable de la diócesis les reconoció que no se sabe. Hasta ahora, por referencias en libros, folletos turísticos e incluso páginas web como las del Ayuntamiento de Pedrafita y el Obispado de Lugo, se creía que el original se encontraba en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, en el de Arte Sacra de Madrid o en el también madrileño Museo de Escultura (estos dos últimos, inexistentes). Se decía que el crucificado había sido depositado allí en los años sesenta. Pero Patrimonio dos Ancares se puso en contacto con el único museo real de los tres que aparecían referidos por escrito y el conservador el museo, José Ignacio Hernández, devolvió la llamada a los pocos días para decirles a los miembros del grupo que el Cristo no solo no figuraba en sus fondos, sino que tampoco había constancia en el archivo de que en algún momento histórico hubiese estado. Aunque la “verdadera sorpresa”, según Moure, fue lo que comentó el experto al ver las fotos que le enviaron de la supuesta imitación de O Cebreiro. “Cuestionó que se tratara de una copia”, recuerda, y dijo que “a simple vista resultaba muy difícil asegurar que no era la original”.
El grupo cultural, que tiene entre sus méritos el haber inventariado todas las mámoas y castros de la comarca o el haber descubierto los primeros petroglifos conocidos de la montaña oriental lucense, envió también un escrito al Ayuntamiento de Pedrafita do Cebreiro y al Área de Cultura de la Diputación “para que se involucren” en este entuerto. Y ha preparado un dossier con toda la documentación de la que dispone para la Dirección Xeral de Patrimonio.


 
 
Estampa devocional de los años 60 facilitada por el escritor Luis López Pombo al Grupo de Acción Cultural Patrimonio dos Ancares.
En octubre del año pasado, este mismo departamento de la Xunta obligó a los párrocos de A Pontenova y de Riotorto a “revertir el daño” causado a la Virgen que se venera en el santuario de Conforto, ubicado en el primero de estos municipios lucenses. El responsable de la restauración era el cura de Riotorto, Antonio Rúa, que por su cuenta y riesgo, sin pedir permiso ni al Obispado de Mondoñedo-Ferrol ni a la Xunta, cambió radicalmente la expresión de la cara de la imagen, le repintó los ojos originariamente azules de color marrón porque le gustaba más y le talló una mano nueva. En el pueblo se produjo una auténtica rebelión contra los párrocos, incluso los acusaron de hacer desaparecer las joyas que lucía la santa, donadas por los devotos; y el Obispado se vio obligado a cambiar al cura que daba misa en Conforto, Xosé Anxo Fernández. Hasta después de la visita de los técnicos de la Xunta, en la parroquia todo el mundo creía que le habían dado el “cambiazo” a la imagen del siglo XV, probablemente para venderla en el mercado negro. Estaba ahí el caso cercano y reciente del cura de Trabada, el valenciano José Emilio Silvaje, denunciado por la Iglesia y todavía pendiente de juicio por la desaparición de varias decenas de antigüedades, objetos litúrgicos e imágenes. Pero en Conforto, no había expolio. “La Virgen está hecha un cristo”, reconocía un portavoz de la Consellería de Cultura, “pero es la misma”.






Aquella estancia de los Reyes Católicos en O Cebreiro el día 16 de octubre de 1486 cuando ya regresaban del reino de Galicia al de Castilla fue muy bien aprovechada por el Prior Fray Francisco Noya y demás monjes del Hospital de Santa María la Real del Cebreiro, no hacía mucha falta resaltar las grandes necesidades por las que pasaban para poder atender el cada vez más creciente flujo de peregrinos. Además, aún estaba relativamente reciente la fecha que se había producido el Milagro Eucarístico o Santo Milagro do Cebreiro, y así pudieron conocer de primera mano las circunstancias del Divino Prodigio.




 Santa María la Real,la Virgen del Santo Milagro,
También conocida como la Virgen del Cebreiro,
la patrona de estas montañas
.
Según la tradición su cabeza está inclinada ante el
milagro que presenció

Talla románica, siglo XII,
restaurada en 1971


A tres kilómetros queda el pueblo de Barxamayor, donde según la tradición era natural José Santín, el devoto y sacrificado paisano, que tan asiduamente, asistía a misa en su parroquia de Cebreiro. Seguro que sus majestades además del Cáliz y la Patena donde se produjo el Milagro también prestarían atención al resto del templo, sus retablos, las imágenes, los dos nichos donde fueron enterrados el fraile poco creyente y el devoto feligrés. El mismo altar donde tuvo lugar la consagración y la conversión de la Hostia en Carne y el Vino en Sangre. En lo sustancial; las numerosas reseñas que desde muy antiguo hablan del Santo Milagro del Cebreiro dicen: “...Cerca de los años mil trescientos había un vecino y vasallo de la casa del Cebrero en un pueblo que dista media legua del llamado Barja Mayor, el cual tenía tanta devoción en el santo sacrificio de la misa, que por ninguna ocupación ni inclemencia de los tiempos recios faltaba de oír misa. Es aquélla tierra combatida por todos los aires, y suele cargar tanta, nieve, que no sólo se toman los caminos, pero se cubren las casas, y el mismo monasterio, iglesia y hospital suelen quedarse afectados; y allá dentro viven con fuego y luces de candelas, porque la del cielo en muchos días no se suele verse, y si la caridad (a quien no pueden matar los fríos ni helos) no tuviese allí entretenidos a los monjes para servir a los pobres, parece imposible apetecerse aquella vivienda. Un día, pues, muy recio y tempestuoso, de hielo y tempestades, rompió por las nieves y como pudo llegó a la iglesia (José Santín, vecino de Barxamayor). Estaba un clérigo de los capellanes diciendo misa, bien descuidado que en aquel tiempo trabajoso pudiese nadie subir a oír misa. Había consagrado la hostia y el cáliz cuando el hombre llegó, y espantándose cuando lo vio menosprecióle entre sí mismo diciendo “Cuál viene este otro, con una tan gran tempestad y tan fatigado, a ver un poco de pan y vino”. El señor, que en las concavidades de la tierra y en partes escondidas obra sus maravillas, la hizo tan grande en aquella iglesia a esta sazón, que luego la hostia se convirtió en carne y el vino en sangre, queriendo su Majestad abrir los ojos de aquel miserable ministro que había dudado y pagar tan gran devoción como mostró aquel buen hombre viniendo a oír misa con tantas incomodidades. Estuvieron mucho tiempo la hostia vuelta carne en su patena y la sangre en el mismo cáliz donde había acontecido el milagro, hasta que pasando la reina doña Isabel en romería hacía Santiago, y hospedándose en el monasterio del Cebreiro, quiso ver un prodigio tan raro y maravilloso, y dicen que entonces, cuando volvió, mandó poner la carne en una rodomita y la sangre en otra, donde hoy se encuentra...”
Pocas son las obras que hablen de la historia y la etnografía de Galicia, en las que no se haga mención al milagro eucarístico del Cebreiro, o Santo Milagro do Cebreiro, incluso algunos autores intentan dar una fecha concreta; así Antonio Rodríguez y Rodríguez, en su obra Fisonomía y Alma de Galicia, dice: “...un poblado de modestas casas y unas pocas pallozas, presididas por un templo de valor histórico: Santa María la Real del Cebrero. En él se guarda, dentro de una redoma de cristal, el vino convertido en sangre en 1212, según la tradición y la leyenda...”




Elías Valiña nos dice que el primer dato histórico que conocemos procede de la mencionada Bula de Inocencio VIII, de 1487, en la que hace una extensa exposición de la realización del Milagro: “...quidam presbiter in ecclesia monasterii Beate Marie de Zebero... missan celebrasset post concsecrationem Corporis Domini Nostri Jesu Christi, an ex vino in calice consecrato sanguis Christi conficeretu dubitassetn. Idem Dominus Noster Jesus Christus volens dubietatem huiusmodi ab eius corde euellere et veritatem huius sacratissimi sacramenti magis patefacere subito in dicto calice miraculoso verus sanguis oculis corporis visibilis apparuit, eiusque pars ex dicto calice in corporalibus super altare existentibus effusus est, atque idem sanguis ita visibilis remansit et hodie pro reliquis conseruatus conspicitur ut sanguis hominis vel edi recenter effus coagulatus tamen videatur. Cunque Rex et Regina prefati ad sanctum Jacobum in Compostella, anno proxime elapso pergerent, et dictum Monasterium quod in via publica aundi ad dictum sactum Jacobum existiti visitarent, et sanguinem predictum religiosum viderent maximadeuotione accensi justa dictum Monasterium aunum sollempnem hospitalem pro pauperibus et peregrinis ad dictum sanctum Jacobum pergentibus edificari (siue edificari) facere proposuereunt. Illudque magnis sumptibus et expensis suis perficere et dotare intendeunt, et magno affectu disederant ut in dicto Monasterio in quo raro monachi seu presbiteri seculares qui diuinis officium et horas cononicas celebrent commorantur, quodque destructum et desertum extitit cultus diuinus augumentetur illudque reformetur et in eo cultus duinus acresat....

Su Santidad el Papa Alejandro VI, mediante la bula que expidió en 1496 para llevar a cabo la anexión de San Vicente del Pino de Monforte y Valverde al Cebreiro, no pasó por alto el milagro eucarístico del Cebrero: “... et in auris Ecclesie Eucharistie Sacramentum sub specie vini in verum sanguinem Christi Redentoris nostri, dudum miraculose conuersum honorifice conseruatur...”
 
 
 
 
A pesar de las anteriores bulas y demás documentos que hacen referencia al Santo Milagro do Cebreiro, también hubo disposiciones, que de alguna forma venían a indicar que no se debía de llevar en precesión, principalmente el día de Corpus y menos que reemplazase de alguna manera la Exposición del Santísimo Sacramento. En una visita girada al Cebreiro por el Padre M. Fray Alfonso de Olivares, gran teólogo, quien estuvo al frente de la Gran Abadía de Valladolid, dejó en su vista dispuesto: “...Item. Mandamos al Prior no permite se lleve en la procesión el día de “Corpus”, ni se exponga en otra ocasión alguna la memoria del Santo Milagro, ni se le dé adoración, como si allí estuviera realmente el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo ni bajo de éstas ni de aquellas especies, sino refiréndose sencillamente y con discreción lo que la tradición conserva haber obrado Dios milagrosamente en otro tiempo para bien de su Iglesia...” Con la anterior disposición concuerda la que dio cuatro años después el P. M. Fr. Pedro González de Tarrago, sucesor del P. Olivares, la cual es como sigue: “...En atención a la alteración que ha padecido el Santo Milagro, mandamos al P. Prior que no permita que en la procesión del día de Corpus, ni en otra ocasión alguna, se saque o se exponga substituyendo al Santísimo Sacramento sino que indispensablemente se saque éste en dichas procesiones; pero encargamos, no obstante, y mandamos guarde como reliquia en que se cree firmemente con fe humana que estuvo. Dios Sacramentado. Y que con la misma decencia se manifieste a los fieles siempre que su devoción lo pida, explicándoles el caso según nos lo ha enseñado la tradición y con ella las historias más fidedignas...”
 


El expositor
La caja de plata de unos (15x15 cm.) con dos fanales dentro de cristal de roca donde se conservan las reliquias; rematadas las ampollas por dos ángeles de metal fueron regalo de los Reyes Católicos, quienes mandaron que se hiciera el relicario. También se conservan el cáliz y la patena, el Santo Grial gallego, donde se verificó la maravillosa transformación y también la patena, en cuyo centro aparece grabada la mano del Salvador en actitud de bendecir. El cáliz responde a la tipología de cáliz románico, de la segunda mitad del siglo XII, de estricta definición lineal de formas, es una obra del siglo XII, con la copa hemisférica bastante ancha sobre un nudo de follajes calados, y el pie abocinado de circular no muy alto y vestido de adornos flordelisados; tiene en el borde de la copa esta inscripción: “† HOC TESTAMENTO SACRATVR QVO CUN (C) TIS VITA PARATVR” la traducción rimada es: “con este testamento se consagra (aquello) que a todos vida se prepara”, y, rodeando el pie, es otra: “† IN NOMINE DOMINI NOSTRI IESU XPISTI ET BEATE MARIE VIRGINIS.” (“En el nombre del Señor nuestro Jesu-Cristo y de la bienaventurada Virgen María”). También se puede hacer una traducción más libre según el sentido, que la propuesta al principio, tal como: “en este cáliz se consagra aquello con lo que a todos la vida se repara. En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de la bienaventurada Virgen María”. Tanto la copa y la base enmarcan las inscripciones entre líneas, el resto, decoración incisa de sencillos motivos vegetales que tienden a la simetría, mientras que en el nudo la decoración es mucho más abundante y técnicamente bastante más compleja formada por arquitos de medio punto sobre columnillas y capiteles de figuración vegetal, en numero de cuatro que cobijan hojas caladas.

La patena, realizada en plata sobredorada con un diámetro máximo de nueve centímetros, lo mismo que el cáliz es de factura románica, tal como ya cité ambas piezas datan de las segunda mitad del siglo XII, en la patena predomina la simetría y la sencillez en las formas geométricas. Circular, con seis lóbulos, formados por una lámina aplicada al fondo, rodeando un motivo inciso central que presenta la Mano Divina bendiciendo en la forma griega. En 1961 el cáliz do Cebreiro fue llevado a Santiago de Compostela para una exposición organizada por El Consejo de Europa de Arte Románico al que se le asigno una vitrina en un lugar destacado para él solo. Actualmente dichas piezas forman parte del Catálogo Europeo de Piezas Románicas y entre otros sitios fueron llevadas a Santiago de Compostela para la Exposición Galicia no Tempo.

Una de las primeras referencias publicadas en un libro acerca del milagro del Cebreiro la encontramos en la obra del Licenciado Molina, publicada en Mondoñedo en 1550 que lleva por titulo Descripción del Reino de Galicia, en la tercera parte folio rrj vuelto dice: “Un cafo ynefable/ también dezir quiero que vna oftia/ qe fue confagrada en carne perfecta/ verys trafformada lo que cubierto/ fe eftava primero que vn clerigo idiota/ q anfi lo profiriero dudando fer cierta/ la confagracion le fue demoftrada tan fanta vifion fegun oy dia/ fe efta en el zebrero.
Este admirable cafo acaecio en la villa de zebrero que es en el primer lugar defte reyno: no muchos tiempos haz ni creo que en los nueftros fe ha vifto otro tal: q eftando vn clerigo en fu miffa al tiempo de cofacrarfe le offrecio dudar fi en aquella oftia fe contenia o encerrava lo que en fus palabras dezia: y paffando en efto la mitad del momento: fe le domoftro fin ninguna nuve lo que eftava debaxo della en que fe convertio la hoftia vifiblemente en vna pefecta carne: y el vino en natural y verdadera fangre: y anfi fe quedo hasfta oy dia que efta en un monefterio: de cuya fancta vifta y admiracion todos gozan: eftan en dos vafos devidrio que vifiblemente fe parecen: cierto es cofa para que con mas vigilancia de la q fe tienen procuraffen todos de verlos pues desde fan gregorio aca tal cofa no fe ha vifto.”
Algunos autores han dicho del licenciado Sagrario Molina que era muy exagerado en sus relatos y demasiado fantasioso, en éste caso concreto poco o nada aumenta a lo citado en las bulas pontificias y también a lo que posteriormente publicó el Padre Yepes, quien sí da una amplia reseña con toda clase de detalles; además él mismo dice que personalmente contemplo dicho prodigio, así se refiere: “...yo aunque indigno, vi y adoré este sagrado misterio cuando pasé por aquel lugar. Y vi las ampollas, y en la una está la sangre como si cuajara ahora, y tan colorada como si fuera de un cabrito recién muerto; la carne se ven dentro del viril como cecina colorada y seca. En el mismo cáliz, que hoy día se conserva y muestra, está todavía la señal de la sangre, y todas estas cosas se sacan en procesión el día de Corpus y los de Ntra. Señora de agosto y de septiembre, en los cuales acude mucha gente por gozar del milagro y de las indulgencias. Y cuando pasa alguna persona de calidad o peregrino, los monjes, revestidos y con hachas encendidas, lo muestran con mucha decencia...". Tampoco Ambrosio de Morales, en su obra Viaje de Ambrosio de Morales a los reinos de León, Galicia y Principado de Asturias, obra editada en Madrid en 1765, en las páginas 165-167, hace una parecida descripción del Santo Milagro do Cebreiro y del hospital monasterio, que viene a ser lo ya detallado; a su vez el peregrino Domenico Laffi, hace una extensa reseña del Cebreiro y su Milagro, habla de los frailes benedictinos que tienen su convento en la cima del monte, donde el romero puede hallar posada y la limosna de pan, algunas veces algo de vino y alguna otra caridad, según las abundancias de las tullas y dispensa de la carne, por cierto ya por aquel entonces con muchas rentas. Por su parte B. Villalva Estenza, en la obra El Pelegrino Curioso y Grandezas de España, editada en Madrid en 1886, señala que había en el monasterio hospital cuatro frailes, que le trataron bien y el templo estaba todo derruido y ennegrecido, es posible que ennegrecido fuese por los incendios que padeció durante el siglo XV y XVI; referente a las reliquias dice: “...que es de las cosas más notables que hay en todo el mundo, porque se ve el Cuerpo de Christo devidido...”.

Otros autores, refundiendo la obra El Pelegrino curioso, mencionan que pasó por allí pocos años después que el licenciado Molina. Como uno de los monjes le mostrase las redomas de vidrio donde se contienen las partículas y el vino -convertidas en carne y sangre-, allí encerradas por mandato de la Reina doña Isabel la Católica, comenta que: “...es realmente confusión de herejes ver una cosa tan antiquísima conservada...”, refiriendo luego un dicho de Carlos I, quien, al oír a su paso por el Cebreiro las alabanzas con que explicaron aquel prodigio, “...respondió que él no lo quería ver, pues no dudaba del misterio del sacramento; que el hereje que lo negaba, ése lo podía ver para confusión suya...”

Desde entonces la iglesia parroquial tuvo gran importancia y en la misma había siempre dos lámparas de aceite encendidas, una ante el Santísimo y la otra en altar del Santo Cristo o de las reliquias; el consumo en el año 1764 fue de cuatro arrobas.

Muchos autores relacionan este milagro con la leyenda del Parsifal de Wagner, el santo grial do Cebreiro, así Angel de Castillo, dice: “...En el poema de Wolfram aparece localizado en España su punto principal: la famosa montaña de Munsalvaesch donde se eleva el templo en que se guarda el Santo Grial; por esta razón Wagner sitúa tan famosísimo templo en las montañas septentrionales de la España gótica. Pero ¿En donde? ¿En qué lugar? Como los datos geográficos de Wolfram son vagos e inseguros, esfuérzanse los autores en adivinarlo. Y mientras unos, como Kufferath, el crítico literario musical de Wagner, cree que Monsalvat designa los Pirineos, otros como Milá y Fontanals, rectificándose a sí mismo, dícenos en 1861, que tan famosa montaña encuéntrase camino da Galicia, en lo que también está conforme el Sr. Bonilla San Martín, que cree que las noticias de los misteriosos Salvatierra y Monsalvat “divulgadas por algunos peregrinos que volvieron de Santiago de Compostela” y aun añade que a sus clérigos y juglares alguna parte les corresponde de influencia “en la fuente legendaria común de Cristian, y de Wolfram en lo relativo a Perseval; de otro modo no se explican -dice- las alusiones topográficas de Wolfram”. De las reseñas un tanto románticas acerca del Milagro do Cebreiro y del Parsifal de Wagner, están, entre otras, las publicadas en la Hormiga de Oro, del 12 de febrero de 1925, o en la revista La Estampa del siete de febrero de 1931. También lo hacen autores tales como J. Arias Sanjurjo, en su trabajo publicado en la revista Arquivos, (1927) bajo el titulo “Sobre la localización del grial”. L. Huidorbo y Serna, en Las Peregrinaciones Jacobeas. Madrid. 1951. Tomo III, Marqués de Santa María de Villar, o el mismo Ramón Cabanillas dedica una maravillosa composición titulada O Cabaleiro do Sant Grial.
 


A pesar de las anteriores bulas y demás documentos que hacen referencia al Santo Milagro do Cebreiro, también hubo disposiciones, que de alguna forma venían a indicar que no se debía de llevar en precesión, principalmente el día de Corpus y menos que reemplazase de alguna manera la Exposición del Santísimo Sacramento. En una visita girada al Cebreiro por el Padre M. Fray Alfonso de Olivares, gran teólogo, quien estuvo al frente de la Gran Abadía de Valladolid, dejó en su vista dispuesto: “...Item. Mandamos al Prior no permite se lleve en la procesión el día de “Corpus”, ni se exponga en otra ocasión alguna la memoria del Santo Milagro, ni se le dé adoración, como si allí estuviera realmente el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo ni bajo de éstas ni de aquellas especies, sino refiréndose sencillamente y con discreción lo que la tradición conserva haber obrado Dios milagrosamente en otro tiempo para bien de su Iglesia...” Con la anterior disposición concuerda la que dio cuatro años después el P. M. Fr. Pedro González de Tarrago, sucesor del P. Olivares, la cual es como sigue: “...En atención a la alteración que ha padecido el Santo Milagro, mandamos al P. Prior que no permita que en la procesión del día de Corpus, ni en otra ocasión alguna, se saque o se exponga substituyendo al Santísimo Sacramento sino que indispensablemente se saque éste en dichas procesiones; pero encargamos, no obstante, y mandamos guarde como reliquia en que se cree firmemente con fe humana que estuvo. Dios Sacramentado. Y que con la misma decencia se manifieste a los fieles siempre que su devoción lo pida, explicándoles el caso según nos lo ha enseñado la tradición y con ella las historias más fidedignas...”

El expositor
La caja de plata de unos (15x15 cm.) con dos fanales dentro de cristal de roca donde se conservan las reliquias; rematadas las ampollas por dos ángeles de metal fueron regalo de los Reyes Católicos, quienes mandaron que se hiciera el relicario. También se conservan el cáliz y la patena, el Santo Grial gallego, donde se verificó la maravillosa transformación y también la patena, en cuyo centro aparece grabada la mano del Salvador en actitud de bendecir. El cáliz responde a la tipología de cáliz románico, de la segunda mitad del siglo XII, de estricta definición lineal de formas, es una obra del siglo XII, con la copa hemisférica bastante ancha sobre un nudo de follajes calados, y el pie abocinado de circular no muy alto y vestido de adornos flordelisados; tiene en el borde de la copa esta inscripción: “† HOC TESTAMENTO SACRATVR QVO CUN (C) TIS VITA PARATVR” la traducción rimada es: “con este testamento se consagra (aquello) que a todos vida se prepara”, y, rodeando el pie, es otra: “† IN NOMINE DOMINI NOSTRI IESU XPISTI ET BEATE MARIE VIRGINIS.” (“En el nombre del Señor nuestro Jesu-Cristo y de la bienaventurada Virgen María”). También se puede hacer una traducción más libre según el sentido, que la propuesta al principio, tal como: “en este cáliz se consagra aquello con lo que a todos la vida se repara. En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de la bienaventurada Virgen María”. Tanto la copa y la base enmarcan las inscripciones entre líneas, el resto, decoración incisa de sencillos motivos vegetales que tienden a la simetría, mientras que en el nudo la decoración es mucho más abundante y técnicamente bastante más compleja formada por arquitos de medio punto sobre columnillas y capiteles de figuración vegetal, en numero de cuatro que cobijan hojas caladas.

La patena, realizada en plata sobredorada con un diámetro máximo de nueve centímetros, lo mismo que el cáliz es de factura románica, tal como ya cité ambas piezas datan de las segunda mitad del siglo XII, en la patena predomina la simetría y la sencillez en las formas geométricas. Circular, con seis lóbulos, formados por una lámina aplicada al fondo, rodeando un motivo inciso central que presenta la Mano Divina bendiciendo en la forma griega. En 1961 el cáliz do Cebreiro fue llevado a Santiago de Compostela para una exposición organizada por El Consejo de Europa de Arte Románico al que se le asigno una vitrina en un lugar destacado para él solo. Actualmente dichas piezas forman parte del Catálogo Europeo de Piezas Románicas y entre otros sitios fueron llevadas a Santiago de Compostela para la Exposición Galicia no Tempo.

Una de las primeras referencias publicadas en un libro acerca del milagro del Cebreiro la encontramos en la obra del Licenciado Molina, publicada en Mondoñedo en 1550 que lleva por titulo Descripción del Reino de Galicia, en la tercera parte folio rrj vuelto dice: “Un cafo ynefable/ también dezir quiero que vna oftia/ qe fue confagrada en carne perfecta/ verys trafformada lo que cubierto/ fe eftava primero que vn clerigo idiota/ q anfi lo profiriero dudando fer cierta/ la confagracion le fue demoftrada tan fanta vifion fegun oy dia/ fe efta en el zebrero.
Este admirable cafo acaecio en la villa de zebrero que es en el primer lugar defte reyno: no muchos tiempos haz ni creo que en los nueftros fe ha vifto otro tal: q eftando vn clerigo en fu miffa al tiempo de cofacrarfe le offrecio dudar fi en aquella oftia fe contenia o encerrava lo que en fus palabras dezia: y paffando en efto la mitad del momento: fe le domoftro fin ninguna nuve lo que eftava debaxo della en que fe convertio la hoftia vifiblemente en vna pefecta carne: y el vino en natural y verdadera fangre: y anfi fe quedo hasfta oy dia que efta en un monefterio: de cuya fancta vifta y admiracion todos gozan: eftan en dos vafos devidrio que vifiblemente fe parecen: cierto es cofa para que con mas vigilancia de la q fe tienen procuraffen todos de verlos pues desde fan gregorio aca tal cofa no fe ha vifto.”
Algunos autores han dicho del licenciado Sagrario Molina que era muy exagerado en sus relatos y demasiado fantasioso, en éste caso concreto poco o nada aumenta a lo citado en las bulas pontificias y también a lo que posteriormente publicó el Padre Yepes, quien sí da una amplia reseña con toda clase de detalles; además él mismo dice que personalmente contemplo dicho prodigio, así se refiere: “...yo aunque indigno, vi y adoré este sagrado misterio cuando pasé por aquel lugar. Y vi las ampollas, y en la una está la sangre como si cuajara ahora, y tan colorada como si fuera de un cabrito recién muerto; la carne se ven dentro del viril como cecina colorada y seca. En el mismo cáliz, que hoy día se conserva y muestra, está todavía la señal de la sangre, y todas estas cosas se sacan en procesión el día de Corpus y los de Ntra. Señora de agosto y de septiembre, en los cuales acude mucha gente por gozar del milagro y de las indulgencias. Y cuando pasa alguna persona de calidad o peregrino, los monjes, revestidos y con hachas encendidas, lo muestran con mucha decencia...". Tampoco Ambrosio de Morales, en su obra Viaje de Ambrosio de Morales a los reinos de León, Galicia y Principado de Asturias, obra editada en Madrid en 1765, en las páginas 165-167, hace una parecida descripción del Santo Milagro do Cebreiro y del hospital monasterio, que viene a ser lo ya detallado; a su vez el peregrino Domenico Laffi, hace una extensa reseña del Cebreiro y su Milagro, habla de los frailes benedictinos que tienen su convento en la cima del monte, donde el romero puede hallar posada y la limosna de pan, algunas veces algo de vino y alguna otra caridad, según las abundancias de las tullas y dispensa de la carne, por cierto ya por aquel entonces con muchas rentas. Por su parte B. Villalva Estenza, en la obra El Pelegrino Curioso y Grandezas de España, editada en Madrid en 1886, señala que había en el monasterio hospital cuatro frailes, que le trataron bien y el templo estaba todo derruido y ennegrecido, es posible que ennegrecido fuese por los incendios que padeció durante el siglo XV y XVI; referente a las reliquias dice: “...que es de las cosas más notables que hay en todo el mundo, porque se ve el Cuerpo de Christo devidido...”.

Otros autores, refundiendo la obra El Pelegrino curioso, mencionan que pasó por allí pocos años después que el licenciado Molina. Como uno de los monjes le mostrase las redomas de vidrio donde se contienen las partículas y el vino -convertidas en carne y sangre-, allí encerradas por mandato de la Reina doña Isabel la Católica, comenta que: “...es realmente confusión de herejes ver una cosa tan antiquísima conservada...”, refiriendo luego un dicho de Carlos I, quien, al oír a su paso por el Cebreiro las alabanzas con que explicaron aquel prodigio, “...respondió que él no lo quería ver, pues no dudaba del misterio del sacramento; que el hereje que lo negaba, ése lo podía ver para confusión suya...”

Desde entonces la iglesia parroquial tuvo gran importancia y en la misma había siempre dos lámparas de aceite encendidas, una ante el Santísimo y la otra en altar del Santo Cristo o de las reliquias; el consumo en el año 1764 fue de cuatro arrobas.

Muchos autores relacionan este milagro con la leyenda del Parsifal de Wagner, el santo grial do Cebreiro, así Angel de Castillo, dice: “...En el poema de Wolfram aparece localizado en España su punto principal: la famosa montaña de Munsalvaesch donde se eleva el templo en que se guarda el Santo Grial; por esta razón Wagner sitúa tan famosísimo templo en las montañas septentrionales de la España gótica. Pero ¿En donde? ¿En qué lugar? Como los datos geográficos de Wolfram son vagos e inseguros, esfuérzanse los autores en adivinarlo. Y mientras unos, como Kufferath, el crítico literario musical de Wagner, cree que Monsalvat designa los Pirineos, otros como Milá y Fontanals, rectificándose a sí mismo, dícenos en 1861, que tan famosa montaña encuéntrase camino da Galicia, en lo que también está conforme el Sr. Bonilla San Martín, que cree que las noticias de los misteriosos Salvatierra y Monsalvat “divulgadas por algunos peregrinos que volvieron de Santiago de Compostela” y aun añade que a sus clérigos y juglares alguna parte les corresponde de influencia “en la fuente legendaria común de Cristian, y de Wolfram en lo relativo a Perseval; de otro modo no se explican -dice- las alusiones topográficas de Wolfram”. De las reseñas un tanto románticas acerca del Milagro do Cebreiro y del Parsifal de Wagner, están, entre otras, las publicadas en la Hormiga de Oro, del 12 de febrero de 1925, o en la revista La Estampa del siete de febrero de 1931. También lo hacen autores tales como J. Arias Sanjurjo, en su trabajo publicado en la revista Arquivos, (1927) bajo el titulo “Sobre la localización del grial”. L. Huidorbo y Serna, en Las Peregrinaciones Jacobeas. Madrid. 1951. Tomo III, Marqués de Santa María de Villar, o el mismo Ramón Cabanillas dedica una maravillosa composición titulada O Cabaleiro do Sant Grial.


domingo, 15 de febrero de 2015

SATIRO EN ESCORZO (El desnudo escultórico "más bello" de la Edad Media sale de su escondite)

El desnudo escultórico "más bello" de la Edad Media sale de su escondite

 
Un sátiro en escorzo que brota de la piedra de un capitel románico
procedente del desaparecido claustro de la catedral jaquesa
 
El Museo Diocesano de Jaca (Huesca) ha recuperado para el público el que varios expertos consideran el desnudo escultórico "más bello" de la Edad Media, un sátiro en escorzo que brota de la piedra de un capitel románico procedente del desaparecido claustro de la catedral jaquesa.
 

 
Así lo piensa al menos el investigador de la Universidad de Harvard Francisco Prado-Vilar, para quien comparar el sátiro del maestro de Jaca con otro desnudo de referencia en el arte medieval, la Eva de la catedral de Autun (Francia), es comparar una obra de Cellini con la de un autor menor como Benedetto Antelami.
 
Este capitel, junto a otro de los tres recuperados ahora por el museo jaqués, fue hallado bajo el altar de la capilla del Pilar del recinto catedralicio, lugar al que fue relegado tras sufrir distintos avatares desde la demolición del claustro, en el siglo XVII.
Según Prado-Vilar, uno de los mayores estudiosos de la obra, la pieza fue quizás colocada allí por razones de decoro por Francisco Íñiguez Almech, restaurador de la catedral jaquesa.
 
 
Así, esta obra fue relegada al "purgatorio historiográfico de la invisibilidad" por no ajustarse a los paradigmas tradicionales del románico, a pesar de que los escritos de Almech atrajeron a numerosas personas que trataron sin éxito de contemplar la pieza.
El capitel del sátiro y los otros dos recuperados fueron objeto de un proceso de estudio y restauración cuyo coste, alrededor de 11.500 euros, han financiado el Ayuntamiento de Jaca, la Asociación de Amigos del Románico y el propio museo.
 
Ahora se exhibe con toda su fuerza y sensualidad, quizá ajena al espíritu románico de condena de la carnalidad, en el Museo Diocesano de Jaca.
La directora del museo jaqués, Belén Luque, afirma a EFE que esta pieza puede convertir el centro, considerado ya como uno de los mejores en cuanto a pintura medieval, en un referente internacional en escultura románica.
La pieza fue creada a principios del siglo XII por un artista anónimo de un taller que realizó obras tan importantes como la Porte Miègeville de Saint-Sermin de Toulouse y la desaparecida Porta Francigena de la Catedral de Santiago, y se adscribe a una corriente artística que se desarrolló a lo largo de la Ruta Jacobea.
El profesor Prado-Vilar, director científico en Harvard del programa Andrew W.Mellon para la Catedral de Santiago, explica a EFE que la carnalidad y turgencia de las formas del sátiro, insólitas para su tiempo, junto al sofisticado diseño de la figura acercan más el conjunto al manierismo que a la escultura medieval.
A juicio de este investigador, cuya labor ha permitido que el público pueda contemplar esta obra singular, "no hay nada remotamente parecido en el canon de la escultura románica" que se pueda comparar a la obra del maestro del sátiro.
El autor se nutrió del arte de la antigüedad clásica para recrear una poética de estilización del cuerpo que estaba olvidada en su tiempo, y diseñar una figura que realiza un giro ascendente que desafía la gravedad y que parece flotar en el espacio.
Según el investigador, la composición rítmica de la obra, que impulsa al espectador a girar en torno al capitel, evoca "sin duda alguna" el dinamismo y la sensualidad de la escultura clásica, que aquí se pone al servicio de una teología cristiana que exalta la pureza, la plenitud física y la belleza de los cuerpos tras su resurrección.


Por esta razón, Prado-Vilar cree que el mensaje moralizante primario del capitel, la condenación de una lujuria representada por sátiros y otras figuras del inframundo, se ve superado por el placer estético que produce, que invita al espectador a elevar las manos hasta el sátiro.
Pero este capitel esconde más novedades, que el investigador Francisco Prado-Vilar dará a conocer en breves fechas en una publicación, y es que también contiene una de las representaciones, a su juicio, "más impactantes" del Ave Fénix que renace de entre las llamas.
Una iconografía, subraya, que se acerca a la teología cristiana de la resurrección de los cuerpos al final de los tiempos.
 Texto domingo, 15 febrero 2015
Canarias 7